Carlos Manuel Valdes. La gente del mezquite. Los nomadas del noreste de la Colonia. Tlalpan, Mexico: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en AntropologÖa Social-Instituto Nacional Indigenista, 1995. 279 pp. $11.98 (paper), ISBN 978-968-496-302-3.
Reviewed by Patricia Osante (Instituto de Investigaciones Historicas, Universidad Nacional Autonoma de México)
Published on H-Mexico (May, 1998)
Carlos Manuel Valdés cumple sobradamente con la meta postulada por los coordinadores de la colección "Historia de los Pueblos Indígenas de México," al ofrecer al público lector una obra de divulgación y de síntesis, sin desatender la reflexión y el análisis profundos que requiere el rescate del ser del indio de la frontera norte de la Nueva España. Es importante hacer notar que el autor de La gente del mezquite. Los nómadas del noreste en la Colonia, emprende por vez primera la azarosa tarea de reconstruir el panorama general de los indígenas que habitaban en el noreste del septentrión novohispano, región un tanto olvidada en la historiografía regional y nacional.
La estructura de la obra está bien pensada y por lo mismo resulta sencilla; dividida en cuatro grandes temas o tópicos, Valdés aborda natura y cultura; mundo indígena; los extranjeros; y terror, resistencia, guerra. Proporciona además un atractivo apéndice documental y un índice de nombres científicos de animales y vegetales de la zona que, junto con los cuadros y mapas, enriquece de manera sensible los asuntos tratados a lo largo del texto. Asimismo, es importante añadir que el estudio está sustentado en una extensa y muy variada producción historiográfica y en una investigación documental importante. Huelga aclarar que el éxito de esta nueva publicación no responde sólo al criterio exhaustivo que el autor toma respecto de las fuentes primarias, secundarias y referenciales que utiliza para desarrollar su discurso sino, también, al empleo inteligente que hace de dichos materiales para matizar e ilustrar el mundo indígena norteño y entrelazarlo con premisas teóricas y análisis de carácter etnográfico, cultural, económico, político e ideológico que resultan particularmente significativos para explicar el tema de su especial interés.
Si tenemos que suscribir este trabajo dentro de alguna corriente historiográfica, éste, sin duda alguna pertenece a los cada vez más numerosos e importantes estudios regionales que en la actualidad se están llevando a cabo sobre las circunstancias históricas de los heterogéneos procesos sociales, económicos y políticos que se produjeron en la fronteriza región del norte, donde el imperio español, desde el siglo XVI, propició y estimuló el establecimiento de una serie de provincias, con el objetivo de afianzar su dominio en esa zona. Muchas de estas investigaciones, incluida la que hoy reseñamos, tienden, a más de incrementar la escasa producción historiográfica sobre ciertas entidades político-administrativas del septentrión, a romper con las interpretaciones fragmentadas y anatematizadas que hasta hace unos años ensombrecían el horizonte límpido de la historia de los grupos indígenas que habitaban esas tierras.
Ahora bien, debo confesar el desencanto inicial que me produjo la noticia brindada por el mismo Carlos Manuel Valdés cuando, en dos notas a pie de página, expone claramente su determinación de tomar como ejemplo a una etnia por hábitat y, a partir de este procedimiento, procurar intentar generalizaciones que se acomoden a otros mucho grupos que durante el periodo trabajado comparten "territorio y cultura material" (p. 69). No obstante que Valdés es consciente tanto de la especificidad de cada etnia como de las diferentes subregiones geográficas y ecológicas que existen en la zona objeto de su estudio, más adelante agrega que, debido al enorme parecido que en cuestiones fundamentales tienen entre sí los indígenas recolectores-cazadores de esa región, prefirió agrupar los materiales para evitar "señalar el o los datos que se tienen de cada grupo, de lo cual resultaría una sucesión de informaciones inconexas entre sí" (n. 14, p. 129). Este argumento justifica en parte el criterio que adoptó para salir más o menos librado del laberinto que constituye el embrollado panorama etnográfico del noreste, sobre todo si se toma en cuenta la virtual ausencia de investigaciones consistentes que ofrezcan tanto los nombres de los grupos indígenas como de sus semejanzas y diferencias, y mucho menos existen cuantificaciones confiables sobre dicha población en esa región durante el periodo colonial.
Por otra parte, y sin pretender con mucho desvirtuar el valor intrínseco que conlleva la elaboración y publicación de esta obra para la historiografía regional y nacional, la investigación de Valdés vista en detalle, presenta un sensible desequilibrio en la información utilizada, debido a que gran parte de ella se refiere al hábitat de unos cuantos grupos recolectores-cazadores que tenían sus aduares principalmente en la zona que se extiende entre las provincias novohispanas de Nueva Vizcaya, Coahuila y el Nuevo Reino de León. Es de lamentar que Valdés se ocupe muy poco de Texas y deje materialmente en el olvido a la Colonia del Nuevo Santander--hoy estado de Tamaulipas--a la cual sólo le dedica unos cuantos párrafos en el texto.
Desde luego, el manejo de fuentes limitadas a espacios muy reducidos respecto de la realidad geopolítica del extenso noreste colonial repercute en el cabal conocimiento de otras etnias representativas de esa región, que fueron omitidas. Es del todo cierto que muchas de las prácticas consignadas por Valdés pueden ser perfectamente aplicadas a la generalidad de los grupos cazadores-recolectores del noreste, pero también existen otras más que contienen elementos básicos que los diferencian. De hecho, en el corpus de la obra se advierte el sólido conocimiento que posee el autor sobre la nación indígena de los cuachichiles, cuyas diversas bandas se desplazaban por distintos puntos del territorio comprendido entre Querétaro y Saltillo. De aquí entonces, resulta explicable que Carlos Manuel Valdés se sirva de esta etnia como parte medular de su discurso y que con suma destreza la articule con otros grupos indígenas no solo del noreste sino con los de otras provincias novohispanas, por demás distantes de la zona delimitada para este trabajo.
Habida cuenta de las anteriores advertencias, en mucho se hubiera beneficiado este estudio si el autor hubiera utilizado un recurso metodológico que se adaptara más al complejo cuadro que representa el estudio de las sociedades itinerantes del noreste. Tal es el caso, por ejemplo, de dividir la región en las diversas subregiones o provincias bióticas propias de esa zona y, una vez fijados los limites espaciales en tiempos de la penetración española, extraer de las fuentes las etnias más representativas que en ellas habitaban. De tal forma que el trabajo, sin perder su carácter de divulgación, resultara mucho más orientador para el público lector que no tiene referencia alguna sobre los temas que en él se abordan.
Aún para los especialistas interesados en el devenir histórico de esa región, con esta opción, no obstante la necesaria globalización, sin duda alguna se habrían rescatado algunos rasgos de singularidad específica de ciertas etnias localizadas en las subregiones, así como el subsecuente contacto entre éstas y los nuevos grupos de pobladores civiles, militares y religiosos. Todas ellas son referencias de suma importancia para explicar y elucidar, al menos de manera sucinta, los procesos sustancialmente diversos, relativos a la dinámica social, económica y política, implícitos en cada una de las provincias que conformaban dicho ámbito regional. En definitiva, se habrían evitado ciertas generalizaciones que poco o nada tienen que ver con la realidad del territorio, como conceder un peso similar a la presencia franciscana y jesuita en el noreste, cuando es por demás evidente que la labor misional desempeñada por los ignacianos en ese territorio se redujo a espacios muy limitados y a tiempos también muy específicos. Para ilustrar semejante afirmación es suficiente mencionar que los jesuitas, por ejemplo, nunca establecieron misión alguna en la colonia del Nuevo Santander, fundada en la segunda mitad del siglo XVIII (pp. 149-58).
Ahora bien, tal y como al inicio de esta reseña se señaló, pesan más las virtudes de este trabajo que los desaciertos contenidos en el. Al futuro lector le depara una narración sencilla y bien lograda que facilita su lectura. Sin desprenderse totalmente del rigor característico de una obra historiográfica, Valdés también recurre--como lo han hecho ya otros historiadores y novelistas--a utilizar un cierto estilo literario que le permite, especialmente en el primer apartado dedicado al mundo indígena, entretejer los testimonios recogidos en las fuentes documentales con su particular recreación, conjeturas y convicciones sobre el acontecer histórico de los grupos recolectores-cazadores de la frontera norte en general, y del noreste en particular.
Asimismo, es de llamar la atención el esfuerzo--por cierto bien logrado--del autor por interpretar la información recabada desde el punto de vista indígena, procurando, afirma, "leer las palabras y sobre todo las acciones de los indios" en testimonios escritos "por personas con vocación de disimulo," es decir, por individuos pertenecientes al grupo de los dominadores. "El resultado [agrega] es el mismo (un relato histórico) nada más que aquí se ponen en primer plano a los perdedores, y, cuando menos, se puede constatar que perecieron como sujetos de su historia, porque no se amilanaron" (pp. 213, 219). A más de esto, Valdés, para comparar, completar o simplemente para explayar su relato, a menudo utiliza referencias de otros grupos indígenas que habitaron--o en su caso habitan--en diversos y remotos lugares del orbe.
Así, pues, entre bosques de yucas y mezquites, huizachales, tunales y magueyales; perritos llaneros, víboras, hormigas y termitas, además de la diversa y exuberante flora y fauna propias de los microclimas de las zonas boscosas y de los sitios bañados por ríos, riachuelos y arroyos, esto es, piñones, bellotas, venados, patos, codornices, guajolotes, guacamayas, gansos y una gran variedad de especies marinas, el autor de La gente del mezquite nos introduce en el hábitat de las más de mil naciones de indios cazadores-recolectores que asegura poblaban el noreste del septentrión de la América española--entre las que se encontraban algunas que practicaban la agricultura incipiente o un tanto más desarrollada.
A pesar de la limitación que representa para elaborar un mapa lingüístico y étnico la escasa información documental sobre los grupos indígenas del noreste durante los siglos XVI y XVII, y del abundante caudal de testimonios para el XVIII que reposan en los acervos nacionales y regionales sin que hayan sido tocados por algún docto especialista en la materia, el autor nos refiere no sólo como los nómadas pudieron sobrevivir en ese territorio sino también el conocimiento y el dominio que llegaron a tener de los ecosistemas regionales. En ellos desarrollaron sus particulares formas de organización social y de su tiempo, es decir, su propia manera de concebir el mundo, tanto en la paz como en la guerra, pese a lo inhóspito--que no yermo--del terreno. Mérito digno de elogio, insisto, es el esfuerzo del Carlos Manuel Valdés de revalorar las heterogéneas culturas de los grupos nómadas, ya fueran estos grandes o pequeños, fuertes o débiles, que llegaron a estructurar su actividad de acuerdo con las características de la naturaleza que los rodeaba, de los grupos amigos o enemigos con quienes tenían contacto, no obstante lo accidentadas que pudieran ser las circunstancias que los rodearan.
Por todo lo hasta aquí mencionado, me es preciso enfatizar la trascendencia que tiene esta edición para la historia regional y nacional. La gente del mezquite. Los nómadas del noreste en la Colonia, además de ser el primer trabajo en su género en ofrecer una visión general sobre los indígenas del noreste durante el periodo colonial, tiene el mérito de estar narrada de manera amena y accesible para todo tipo de público, tanto profesional como no especializado. Del mismo modo, por su objetiva interpretación del pasado indígena, cargada a su vez de propuestas, sugerencias y, sobre todo, de gran cantidad de preguntas por resolver, Carlos Manuel Valdés revive la esperanza de ver en breve publicadas más investigaciones novedosas no sólo de los indios del noreste sino de los muy variados temas que ofrece el estudio casi virgen sobre el acontecer histórico de esa región.
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Patricia Osante. Review of Valdes, Carlos Manuel, La gente del mezquite. Los nomadas del noreste de la Colonia.
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